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MAESTRO

Maestro:
¿Dónde está el monumento que el pueblo y el gobierno, en tu honor han levantado?
¡Dónde! ¡Dónde! ¿Dónde está ese monumento?
Si fueras coronel y trajeras un fusil colgado al hombro,
De inmediato ascenderías a general.
Te darían 100 medallas por cada ser humano asesinado
Y pasarías a la historia como un héroe, como un héroe nacional.
Harían tu efigie en mármol, bronce, oro...
Y en ella un escrito que así dijera:
¡Salve oh mártir!
Que cubriste con decoro las armas nacionales en todas las trincheras.
Y pondrían tu nombre a las calles, a los parques, a los jardines
Y con toques de trompetas y clarines, harían por todo el pueblo tu féretro besar.
Y en lugar de cirios, estarían cuatro cadetes del heroico colegio militar.
¡¡Es risible maestro, pero es la realidad!!
Tú que luchas a diario por la sierra, por los campos y las veredas,
Que es por donde fuiste regando con tu sangre los caminos.
Donde con tu paciencia hiciste gente a tanto campesino,
Donde les enseñaste que entre el lápiz y el abismo,
hay una gran distancia que se llama analfabetismo.
Con tu sudor se fundieron las aulas de tu escuela,
Con tu sabiduría, hiciste de cada niño un pájaro que vuela,
Con tu sonrisa formaste un jardín lleno de rosas,
Y con tus cantos nacieron sin querer las mariposas.
Maestro: ¿dónde está el monumento que el pueblo y el gobierno, en tu honor han levantado?
¿Dónde, dónde, dónde está ese monumento?
Maestro, tu que vives diaria batalla tras batalla
Sin ruidos de fusiles, sin disparos de metrallas...
¡¡Tienes que esperarte medio siglo para que coloquen en tu escuálida mano,
la famosa medalla Altamirano!!
Una sola, maestro, una sola, ¡¡No mereces más!!
Pues tu espada es grafito, es gis, es pizarra.
Es papel que no chorrea sangre, es arcilla que no hiere,
Es arcilla que no mata,
Es escoria que no sirve en los campos de batalla,
Es polvo que el viento esparce,
Es ceniza que no marca huellas,
Y es un río que perdió por completo el cauce.
Tus esfuerzos de nada sirven maestro,
Tus desvelos a nadie le importan,
Porque el honor y la gloria solo se ganan en los campos de batalla
Y tú no te ensañas con los niños que salen a tu encuentro,
No te ríes del dolor que llevan dentro,
Nunca la espalda les das.
¡Jamás dañas!
¡Jamás hieres!
¡Jamás matas!
Tu misión no es destruir vidas,
Tu misión es construir hombres que sepan formar sus propias vidas.
¡Maestro! ¿Dónde, dónde, dónde está ese monumento que en tu honor se ha levantado?
Cambiaste estrellas y barras y con esfuerzos dejaste casa,
Padres, amigos y hermanos,
Por una sola dicha:
Hacer del niño un pavo real de mil colores.
Dejaste lujos, tapetes y cortinas por una choza humilde y de cartón,
Dejaste mesas con platillos y manteles por cambiar hombres por gentes
Que sueñan con castillos y oropeles.
Y ese sacrificio, ¿Quién te lo toma en cuenta?
Se ríen cuando pides aumento de salario,
Se enojan cuando pides respeto a tus derechos,
Se ríen, se burlan, te miran con desprecio,
Y en cambio, si te exigen que cumplas con el programa,
Que rindas pleitesía a quien te difama,
Que aplaudas sus conquistas, sus logros y sus farsas,
Y que no hables mal de nadie, porque eso es ser antirrevolucionario;
Si dices la verdad... cometes sacrilegio.
Si exiges lo que es tuyo... eres necio,
Si expresas lo que sientes... no sirves a la causa,
Si tomas la bandera defendiendo a campesinos,
En la cárcel te irás pudriendo a pausas...
Y entonces, no habrá ni sindicatos, ni organismos, ni padrinos que
Tomen por su cuenta tu defensa.
Pero, sirve en cambio brillar el sol entre tus manos,
Serás el amigo querido,
Serás el amigo adorado,
Serás el compadre del alma
Y tendrán la desvergüenza de tratarte en la calle como hermano.
¡Que triste, maestro, se consume tu cuerpo,
y te resistes a morir en un lecho cuajado de delicias,
lo cambiaste todo por un puñado de sonrisas.
Que vengan a apagar el dolor si estás enfermo,
Y llevarte sus sonrisas grabadas en tu viaje hacia lo eterno.
Con eso te consuelas, con eso te conformas,
Pues te han hecho creer que eres un mártir
Y no quieres zarzuelas de espadas, fusiles o metrallas.
Te ofenden las limosnas que te dan por aumento,
Degradan tu conciencia las miles de pseudo reformas,
Poniendo en duda, maestro, tu conocimiento,
Y tú sigues con tu pecho henchido.
Y tu barca en vez de ser la reina de los mares,
Es canoa de ingratitudes y pesares.
Y el campo en que laboras es desierto donde habitan las serpientes ponzoñosas.
Pues tu mismo compañero te ofende, te delata,
Y tu sindicato, en vez de defenderte, te traiciona a cada paso.
Maestro: ¿dónde está el monumento que el gobierno en tu honor ha levantado?
¿Dónde?
¿Dónde?
¿Dónde está ese monumento?

domingo, 5 de diciembre de 2010

LA MAGIA DE LAS IMÁGENES Y LOS MENSAJES: “Uso pedagógico del Video

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